La democratización de la Internet

Los inicios de Internet se trazan en lugares diferentes, con propósitos distintos y siendo implementado de maneras distintas. Por un lado tenemos al ARPANET, red de comunicación entre computadoras financiadas por el Pentágono y el Departamento de Defensa de E.E.U.U, que utilizaba un sistema de conmutación de circuitos que era centralizado, jerárquico y pesado, aunque alguna vez se propuso utilizar el llamado “enrutado de patata caliente”, que se desechó. Después está la USENET, que es de por sí descentralizado, distribuido y que, debido a su uso fuera del ámbito académico, se le llamaba peyorativamente “el ARPANET de los pobres”. A principios de los años 80 ARPANET dio el salto hacia TCP/IP, y con ello se fue gestando lo que una década después sería el inicio del boom del Internet.

ARPANET se había diseñado originalmente “a prueba de ataques nucleares”, pues su propósito era justamente el de proteger la información que contuviera en caso de recibir un ataque por parte de la URSS. Para 1971 el gobierno ya había perdido el interés en el proyecto, y quisieron vendérselo a AT&T, pero éstos se negaron. Es decir, si el Internet nació como una red abierta y descentralizada es porque el gobierno estadounidense no entendió su potencial, y porque la única empresa que tenía capacidad de comprarla, mantenerla y expandirla la rechazó.

TCP/IP y el Internet se diseñaron, al menos originalmente, para ser neutrales, distribuidos y antimonopolio. 30 años después, Internet se ha convertido en el monopolio más grande del planeta; no porque una sola empresa lo controle, sino porque 5 empresas (que muchas veces actúan en conjunto y se terminan volviendo una sola) lo controlan. Google es propietario del DNS más grande e importante del mundo, además de que controla gran parte del tráfico de la red gracias a sus miles de servicios, como Gmail, Google Docs, YouTube, Adsense, y cómo no, el buscador; el producto estrella de Google, junto con su navegador web Chrome. Todo el conocimiento del mundo en la palma de tu mano, y que ha adquirido tanta importancia en la vida de las personas que hasta se ha convertido en una marca vulgarizada, con palabras como “gugléalo” o “búscalo en chrome”. También tiene el mapa, sistema de espionaje, base de datos de lugares y personas, e infraestructura de geolocalización más grande de la historia: Google Maps.

Facebook, por otra parte, tiene la base de usuarios más grande jamás vista, con redes sociales como Instagram, Whatsapp y su red social homónima. Además, esa base de usuarios le permite, además de hacer millones de dólares, identificar y crear patrones de todos y cada uno de estos usuarios: sus gustos, las cosas que odia, sus aficiones, sus inclinaciones políticas, su familia, los lugares que frecuenta, sus intereses, etcétera, y con base en ello Facebook, Google y otro puñado de empresas pueden ponerles anuncios. Además, estas redes sirven para manipulación de las masas, como instrumento de vigilancia permanente, y como droga que causa la tan conocida adicción a la tecnología.

Pasaré de hablar de Microsoft y Amazon, que ya son bastante conocidas (por ejemplo, AWS hostea casi la mitad de todos los sitios de internet, y que usa para entrenar a su propia inteligencia artificial), porque quiero hablar del conglomerado chino, comprendido por empresas como Tencent, Alibaba o ByteDance, que todas son a fin y al cabo la misma empresa a merced del gobierno chino, que no solamente imponen una injusta restricción a sus ciudadanos con respecto al acceso a internet, y que los mantienen en constante vigilancia bajo un sistema de crédito social digno de una novela de Orwell, sino que además cuentan con los sitios web más engañosos y nefastos: AliExpress y Temu, que frecuentemente se ven envueltos en polémicas de fraude, y la cereza del pastel: TikTok, una red social que está pudriendo a la Generación Alfa, y que además es la puerta (o más bien debería decir portón gigante) por la que una cantidad exorbitante de datos de personas de todo el mundo pasan a manos del Partido Comunista Chino.

Entonces podemos darnos cuenta muy fácilmente de que el internet no es ni democrático, ni descentralizado. No lo es cuando un puñado de inteligencias artificiales te siguen la pista, en una práctica conocida como tracking, para crear un perfil de ti con base en los sitios que visitas, tu interacción con ellos y el tiempo que pasas ahí, para así ponerte anuncios. El internet, por lo menos en la faceta que todo el mundo conoce, no es más que el negocio más grande del universo, y es también el instrumento de vigilancia y manipulación más barato, eficiente y descarado (Android tiene permanentemente activado el puerto 443 para que el gobierno o quien sea pueda “meterse” sin autorización a nuestro dispositivo, vea su sistema de archivos, encienda su cámara, escuche su micrófono, y capture nuestra ubicación en tiempo real).

Entonces, ¿estamos condenados a la vigilancia permanente y a nuestra transformación no consentida en un producto? Afortunadamente no del todo. La cultura hacker, tan característica de los años 70, no se perdió, sino que se transformó en algo más poderoso, ético y liberador: el Software Libre.

Existen varias tecnologías libres, abiertas y descentralizadas, que son la muestra de lo que el internet debería haber sido en un principio. El carácter no adictivo, no espía, no comercial y no alienado del Fediverso nos permite interactuar con las redes sociales de una manera sana, ética y viéndolas como una herramienta de comunicación, no como una necesidad. XMPP es la mejor muestra de que el uso de encriptación (y, por ende, de privacidad) en las conversaciones privadas y grupales es algo posible, eficiente, seguro y sobre todo ético. BitTorrent nos permite compartir archivos sin necesidad de depender de un tercero que podría ver y robar o censurar lo que compartimos. La red Tor nos permite navegar en un superconjunto del Internet en el que, gracias a la colaboración de miles de voluntarios que montan servidores de enrutamiento, podemos hacerlo de manera anónima, y evitando los trackers y demás técnicas funestas de robo de información personal. Y en general las redes y tecnologías libres, abiertas y descentralizadas son la manera que encontró la comunidad de no someterse a un conjunto pequeñísimo de empresas que lo quieren todo, cueste lo que cueste. Gracias a estas tecnologías habemos personas que podemos disfrutar de una vida ética, en la que no somos manipulad@s por parte de un tercero, y que permite que nuestra relación con la tecnología sea sana, moderada y productiva.

Es prudente también mencionar que hay que tener un poco de cuidado en estas redes descentralizadas, ya que, a pesar de que fueron creadas con las mejores intenciones, el hombre es un lobo para el hombre. Personalmente recomiendo evitar cosas como la Hidden Wiki, los índices extraños y poco conocidos de torrents, etcétera, ya que es muy fácil comenzar en un lugar inocente sin saber a dónde vamos, para terminarnos encontrando con verdaderas asquerosidades que desafortunadamente representan una mancha en el gran trabajo de difusión y colaboración de quienes desarrollan estas tecnologías libres. No debemos culpar ni a la tecnología (libre, por supuesto) ni a quien la desarrolla, debemos culpar a quienes la usan para todo menos para lo que se diseñó.

Aprendamos a valorar nuestra privacidad y nuestra libertad, y nunca más dejemos que empresas de mierda nos conviertan poco a poco en productos desechables y sin valor. Usemos tecnologías libres, compartámonos por BitTorrent archivos encriptados, naveguemos anónimamente mediante Tor, construyamos comunidades en XMPP y el Fediverso, y apreciemos el hecho de que podemos decidir todo esto gracias al trabajo de personas que decidieron no subyugarse ni someterse al control ni a la vigilancia de la “dictadura de la información”, y que por el contrario buscaron y siguen buscando la democratización de la Internet. Ahora más que nunca, ¡sólo la libertad nos hará libres!


Escrito por una humana, NO por IA. Con licencia CC BY.