Lo que pienso de usar velo, como una persona que usa velo

Contrariamente a lo que la mayoría de la gente en Occidente cree, el acto de cubrirse la cabeza no fue inventado por los musulmanes, ni es exclusivo de las mujeres, ni es un símbolo de opresión. El velo, entendido como un trozo de tela hecho para cubrir la cabeza, ha sido parte del conjunto de la “vestimenta” de la humanidad desde sus inicios. Antiguas civilizaciones, como los romanos, los griegos, los celtas, los asirios, los persas o los árabes preislámicos daban un símbolo de estatus al velo; sólo las personas privilegiadas podían usarlos [1].

Más modernamente, y cayendo ya en el aspecto religioso, la iglesia católica requirió hasta mediados del siglo XX que las mujeres entraran al templo cubriéndose la cabeza con un fino velo, tradición que perdura en las iglesias ortodoxas y algunas iglesias protestantes, además de las tan conocidas monjas, que las novicias usan un velo blanco, y las experimentadas uno negro. También es relativamente común el velo en el hinduismo, el judaísmo y algunas corrientes neopaganas.

Es preciso aclarar que el velo no es homogéneo; a veces ni siquiera consiste en un trozo de tela [2], y tampoco es todo de la misma forma, ni se usa siempre por las mismas razones, ni tampoco se entiende de la misma manera por parte de culturas diferentes.


La joven de la perla, de Johannes Vermeer

Dutch girl at breakfast, de Jean-Étienne Liotard

Mujeres rusas ortodoxas

Lo cierto es que un velo no es más que un trozo de tela que te pones en la cabeza y ya está. Históricamente es verdad que se asoció más a las mujeres en las sociedades europeas, pero en el resto del mundo esa exclusividad nunca existió. Tampoco tiene por qué estar asociado con una religión, ni con nada específico. En el pasado se solía relacionar al velo con la modestia, una de las más importantes virtudes del ser humano; hoy en día, aunque esto sigue siendo verdad en muchos lugares, en Occidente se le ha dado un significado más bien de opresión y, por consiguiente, ha terminado de una manera mucho más terrible.


Luca Pacioli

En mi caso, ya expliqué anteriormente un poco del por qué decidí comenzar a usar velo, que no tiene nada que ver con religión (y que retracté una de mis declaraciones de ese post, en donde dije que “no lo disfrutaba para nada”). En realidad el uso de velo siempre me llamó la atención, así como la vestimenta modesta (que es la razón por la que siempre he estado en conflicto interno con el otro tipo de vestimenta que también me gusta, y que mencioné en la otra entrada). Desde hace más o menos 3 años practico lo que en inglés se llama “partial veiling”, que es básicamente que a veces usas velo y la mayor parte del tiempo no. Recién vengo cumpliendo un mes de practicar el “full veiling” que, ahora sí, implica el usar velo todo el tiempo (entendiéndose como todo el tiempo que estás fuera de casa). Durante este mes me he encontrado una serie de dificultades que, en un principio, casi me hicieron arrepentirme de mi decisión, pero que luego de un poco de reflexión me hicieron darme cuenta de algo muchísimo mas grave.

A pesar de que (quiero pensar que) ya demostré que el uso del velo no es algo exclusivo de un sólo grupo de personas ni de un sólo género, en Occidente se le asocia como algo exclusivo de los musulmanes. Esto es debido al 9/11, que transformó por completo la manera en la que se veía y se entendía a los miembros de esta religión. Se les empezó a ver como terroristas, como fundamentalistas, y como una “amenaza” para la “cultura occidental”, además de que, debido a la imposición del burka por parte de los talibanes, que es algo más bien político y que no tiene nada que ver con la moral religiosa islámica [3], se empezó a ver a las mujeres musulmanas que usan velo como que son universalmente “oprimidas”. Los únicos 3 países en los que me consta que las mujeres son obligadas a cubrirse la cabeza son Afganistán, Irán y Arabia Saudita, mientras que en el resto de países no es obligatorio, ni es tampoco una manera de “oprimir” a las mujeres. Menos aún en países como Malasia o Indonesia, en donde hay bastante población que no se cubre la cabeza, incluso si son países de mayoría musulmana.

Pienso que el acto de cubrirse la cabeza es una decisión personal que no debe estar condicionada ni por una manera de pensar, ni por una religión, ni por un dogma, ni por una ley. Entonces, estoy totalmente en contra de que los gobiernos saudí, iraní y talibán impongan el uso del velo a las mujeres, así como también estoy en contra de que los gobiernos francés, tayiko y chino (en algunas regiones del país) lo prohíban. No me parece inválido que haya personas que digan que “la religión musulmana dice que las mujeres deben usar velo”, pero tampoco me parece correcto del todo, y pienso que todas las personas, independientemente de su religión, tienen derecho a ponerse o a quitarse un velo cuando quieran y como quieran, y nadie tiene por qué obligarles a nada, además de que apoyo totalmente a las mujeres que luchan en Irán para quitárselo, del mismo modo que apoyo a las mujeres que luchan en Francia para ponérselo. Este relato de la “opresión” también explica parcialmente el por qué Occidente afirma (y que es una de las principales críticas a la cultura occidental) que las musulmanas están “oprimidas”, mientras que las monjas cristianas, que se cubren tanto o incluso más que las primeras, no lo están.

Debido a esta falsa y forzada asociación del velo con el islam, las dificultades con las que me he encontrado en este mes tienen que ver directamente con gente llamándome “terrorista”, diciendo que “me volví musulmana y ahora tengo una bomba” o que “estoy siendo oprimida”, y demás comentarios estúpidos e ignorantes que en un momento lograron hacerme sentir bastante insegura. En parte diré que me sirve para ser más empática, ya que sé que la discriminación que estoy recibiendo no es ni una pizca de lo que reciben las verdaderas musulmanas, así que ahora entiendo mejor cómo se sienten, y por ende sería hipocresía de mi parte discriminarles. El colmo son algunos otros musulmanes, que me preguntan si soy musulmana, y cuando les digo que no, me responden “pero estás usando hiyab”. No, no es un hiyab, es un trozo de tela que me puse porque se me cantó, y que no es con la intención de “imitar” a nadie ni de “parecer ser” nadie.


Los dos estilos de velo que usualmente utilizo, de manera indistinta e intercambiable

De la mano con este problema de asociación, en el que se me identifica erróneamente como musulmana debido a un simple trozo de tela, me he enfrentado también a una situación muchísimo peor. Debido a esta creencia occidental de que las musulmanas son “oprimidas”, entonces se da por sentado (también erróneamente) que son inocentes, puras y, sobre todo, vulnerables. Entonces ocurren dos cosas: la primera es que, la gente que se queja diciendo “antes, cuando no te cubrías la cabeza, te veías más hermosa”, está diciendo indirectamente que era más fácil sexualizarte, y ahora, al volverte supuestamente “más fea”, ya es menos fácil, o menos gratificante; la segunda es que esta sensación de “pureza” y “vulnerabilidad” que deja el relato de la “opresión” provoca que haya hombres que sienten que son potenciales aspirantes a disfrutar esa “pureza” de manera sexual, por primera y única vez. Es decir, Occidente ha convertido al velo en una herramienta más para sexualizar y cosificar a la mujer. Eso es un problema muy grave para las musulmanas, ya que el propósito original del hiyab era más bien lo opuesto, y también es un problema para quienes usamos velo para propósitos distintos a la modestia, ya que salimos también “embarradas” en esa sexualización.

La sexualización de la modestia, y particularmente del velo, es algo que ya había comenzado después de 2001 debido al relato de la “opresión”, pero después vio su boom cuando la actriz pornográfica Mia Khalifa salió en cámaras con la cabeza cubierta, a manera de imitación de un hiyab. Fue a partir de entonces cuando nació toda una industria en la que mujeres que se disfrazan de musulmanas hacen pornografía, satisfaciendo los fetiches y parafilias de personas que no hacen más que cosificar a la mujer. Miles de sitios web pornográficos día a día publican bajo nombres como “Sex With Muslims”, “Hijabi Fucker”, y más frases que convierten a quienes usamos velo en auténticos dildos. Ya me ha tocado verlo con mis propios ojos, en donde un asqueroso alguna vez me dijo con mucho orgullo “I can't stop fapping at your hijab”. No uso el velo con el propósito de que a los hombres se les levante la pija, ni tampoco lo hago pretendiendo lucir “sexy”. Comencé a hacerlo inicialmente por las razones ya expuestas en la entrada anterior del blog, y ahora lo hago porque lo quiero hacer, y porque he empezado a disfrutar el hacerlo. Es decir, estoy comenzando a ser feliz así.

Esta sexualización es un problema que, de nuevo, nos despoja de nuestra humanidad, convirtiéndonos en simples dildos desechables y sin valor. Es preciso luchar en contra de ello, educando a la gente de lo que es y lo que no es el velo, enseñando que ser musulmán no es requisito ni es tampoco condición para usarlo, y luchando en contra de la industria pornográfica, así como en contra de los fetichistas y parafílicos, que le dan a un trozo de tela un significado que no tiene. Asimismo, seamos libres en escoger el tipo de vestimenta que queremos usar, ya sea que prefiramos cubrir todo nuestro cuerpo con vestidos de señora de 50 años, prefiramos seguir las tendencias de la moda y vestirnos a lo moderno, o prefiramos incluso rozar los límites del pudor, siempre respetando la integridad y el espacio personal de los demás. ¡No permitamos que nadie nos diga cómo vestirnos, ni permitamos que se nos sexualice por ello!




Escrito por una humana, NO por IA. Con licencia CC BY.