De la moda, lo que te acomoda
En la mañana leí una noticia acerca de cómo se estaba criticando en redes sociales a Hanni, miembro de un grupo de K-Pop al cual sigo llamado NewJeans, por supuestamente haber subido de peso. Vi las supuestas fotos, y lo único que noté es que ya no es el palillito que los coreanos siempre esperan de las idol, pero ni si quiera se ve con sobrepeso ni mucho menos (tomando en cuenta que tiene mi edad, y ni siquiera es coreana). Este tema me recordó entonces a algo sobre lo que había leído hace no mucho, y que trata sobre las microtendencias de TikTok, que tanto daño le están haciendo a las personas de mi edad y menores que yo.
TikTok e Instagram son redes sociales que desde hace tiempo se han vuelto conocidas por crear “modas”, que se vuelven extremadamente populares y que les hacen ganar millones de dólares a las empresas, pero que ni siquiera llegan al mes; así como aparecen de rápido, también desaparecen y son sustituidas por una “moda” nueva. Lo vimos hace poco con los termos Stanley, que realmente no son ni mejores, ni más prácticos que un termo normal (aunque sí son muchísimo más caros), pero que se volvieron sensación y todo el mundo quería uno, especialmente los adolescentes, hasta el punto en el que tener un termo de estos era símbolo de estatus, y si no tenías uno entonces no eras “cool” [1].
A diferencia de una tendencia común, que dura entre 5 y 10 años, y en la que participan celebridades y personajes públicos, las microtendencias que crean las redes sociales duran, a lo mucho, 3 meses, y además sólo participan en ellas los influencers. Coquette, Hair Bucket, Mob wife y Chunky son algunas de todas las microtendencias que existen, que se estima que son alrededor de 60. Al principio se vuelven tan populares que todo el mundo quiere formar parte de ellas, al punto de incluso menospreciar a quienes no las siguen. Después mueren y desaparecen de la faz de la tierra, y son sustituidas por nuevas microtendencias que vuelven a iniciar el ciclo.
El intentar seguir todas y cada una de estas microtendencias implica un excesivo y abusivo consumismo, en el que se gasta demasiado dinero en cosas que realmente no son necesarias, pero que actúan a manera de droga, haciendo creer al consumidor que necesita de ellas a toda costa [2]. No hay que ser genios ni tampoco hay que abusar del realismo para darnos cuenta de que estas actitudes son totalmente nocivas y, además de que implican un desperdicio de dinero y recursos tremendo, también representan frustración por parte de (y marginalización hacia) las personas que no son capaces de seguir esas microtendencias.
Lo cierto es que estas microtendencias son sólo una manifestación —algo extrema— del problema principal. La moda en general crea estereotipos de lo que es “el cuerpo perfecto”, “el peinado perfecto”, y todos esos “perfectos” en los que la mayoría de la gente no encaja, y que sin embargo trata a toda costa de hacerlo. Mientras escribía mi entrada sobre la autoestima me di cuenta de que ese dilema para encontrar mi propio estilo se debió en parte a que yo inconscientemente quería estar “a la moda”, cuando lo cierto es que ni mi cuerpo ni mi forma de ser encajan con esa “moda” a la cual pretendía aspirar.
Y esto está claramente influenciado por mis compañeros de la universidad; la mayoría siempre viste con ropa muy aesthetic, y alineada con las tendencias del momento. Entonces, en mi antigua necesidad de caerle bien a los demás, inconscientemente desarrollé una dependencia a también vestir “a la moda” para sentirme bien conmigo misma, cosa que de todas maneras no logré. Entonces ya entendí el dicho de “de la moda, lo que te acomoda”. La verdad es que nada de lo que está “a la moda” me acomoda, y entonces tendré la libertad de escoger cómo me quiero vestir, incluso si para los demás es “anticuado” o es “chafa”; prefiero eso que sufrir con “modas” que no me quedan, que no disfruto, y que sólo me hacen gastar dinero innecesariamente.